Perpetuar los recuerdos en imágenes fue el sueño que motivó a Verónica Sapena hacerse de su primera cámara fotográfica y así comenzar a retratar los primeros pasos de su pequeña hija. Con el tiempo descubrió el potencial que llevaba dentro y decidió convertirse en una gran profesional de la fotografía.
Más que trabajo, la fotografía es su pasión. ¡Y es que Verónica Sapena es capturadora de emociones! Quienes la conocen saben de su gran sensibilidad y de su estilo perfeccionista. Para ella, no basta con lograr el encuadrar perfecto sino hacer que las personas que confían en su trabajo se sientan cómodas y felices con los resultados.
“Desde siempre quise congelar mis recuerdos en una fotografía, hasta que por fin un día pude comprarme mi primera cámara”, relató Verónica con un brillo en los ojos que dejaba al descubierto su pasión por el oficio.
Recuerda que hace unos 5 años se vio obligada a dejar su trabajo y la carrera de Veterinaria que cursaba, cuando recibió la noticia de que pronto sería madre. Se trataba de su primera “hija humana”, pues hasta ese entonces solo tenía 7 “hijas perrunas”.
Su embarazo era de alto riesgo y este requería de reposo absoluto y de cuidados especiales, menciona Verónica quien agrega que esta felicidad se vio opacada bruscamente ante la pérdida de su madre, que como era de esperarse le dio nuevamente otro “sacudón” aunque esta vez con una sensación completamente diferente.
Intentando sobrellevar el duelo intenso, pero a la vez con la extraña combinación de alegría por la llegada de su primera hija, Verónica buscó ocupar su tiempo en algo que fuese productivo. De allí que movida por su deseo de documentar el paso de la vida en imágenes se inscribió a un curso de fotografía y con ello empezó a retratar el crecimiento de su hija al lado de sus hermanos perrunos y gatunos.
Transcurrido el tiempo y con los nuevos conocimientos adquiridos la fotografía pasó de ser un simple entretenimiento a algo más profesional. “Esto le dio un nuevo enfoque a mi vida; poco a poco pude hacerme de equipos fotográficos e incluso monté un pequeño estudio en mi casa. Ya con todas las herramientas básicas, busqué un estilo que me definiera y gracias a los cursos, congresos y talleres de fotografía a los que asistí pude lograrlo. Hoy me dedico no solo a fotografiar la infancia de mi hija, sino también a familias, mascotas, bebés, niños y futuras mamás que desean guardar ese recuerdo único en imágenes”, expresó.
Si bien confiesa que aún tiene muchísimo por aprender y recorrer, a la emprendedora la mueve su aspiración de seguir aprendiendo algo nuevo cada día. “Creo que Dios nos da un talento a todos y depende de nosotros convertirlo en éxito o fracaso”, puntualizó.