Todos tenemos algún talento, sin embargo, no todos podemos descubrir y potenciar esa habilidad que nos puede conducir al éxito. Jazmín Jara Ayala es una joven estudiante de la carrera de Biología que por muchos años, su destreza en lo artístico estuvo dormido, hasta que el arte tocó a su puerta, la despertó y ella comprendió que ese era el camino que debía seguir para llegar a su sueño, contar con un negocio propio.

«Años atrás, creía que quería ser bióloga y por ende seguí la carrera, no obstante, hace 3 años aproximadamente descubrí que el arte era mi verdadera pasión. Todo empezó cuando una amiga me propuso pintar unas piedritas y a partir de ellas crear originales souvenirs para el cumpleaños de su hija, increíblemente gustó mucho a los invitados que hasta apareció un pedido. Desde niña siempre me gustó y me destacaba en la materia de Artes Plásticas, siempre sentí una atracción hacia lo artístico», confiesa.

Antes de emprender cualquier desafío, lo fundamental es tomarnos un tiempo y viajar hacia nuestro interior, conocernos a nosotros mismos, descubrir y valorar los recursos internos que todos llevamos dentro. Jazmín Jara Ayala pensaba que tenía claro lo que quería en la vida, sin embargo, la experiencia de pintar unas piedritas y sentir una emoción diferente, la llevó a explorar su interior, descubrir un talento escondido y cambiar de rumbo.

«Luego de cumplir con el primer cliente, creé una página oficial, comencé a subir fotos de mis trabajos y a participar de ferias con el objetivo de dar a conocer mi arte. Opté por el nombre «Rockart» que significa arte sobre rocas porque comencé pintando piedras. Desde el principio tuve buena aceptación e inclusive la gente me solicitaba pintarles otros tipos de objetos», resalta.

Hoy en día, Jazmín Jara Ayala  bajo su marca Rockart, desde su taller ubicado en la ciudad de Pirayú aplica su arte de pintura a piedras, solas o integradas a cuadros de madera reciclada; macetas de cerámica ; guampas; termos forrados en cuero o cuerina; latas de aluminio para yerba, madera de todo tipo, llaveros, collares, aros de tronquitos o frutos secos (eje: jacaranda), artículos varios de fibrofácil (cajas o cuadros); todos pintados a mano y personalizados de acuerdo al pedido y ocurrencia de cada cliente.

“A veces al terminar el colegio creemos que tenemos claro lo que queremos ser en esta vida, pero con el correr de los años y experiencias que pasamos, todo cambia. Desde mi experiencia les aconsejo que exploren su interior y descubran lo que verdaderamente les gusta hacer antes de tomar una decisión que afecte su futuro», con estas palabras concluyó la emprendedora.

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