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Hilo a hilo, tejiendo el sueño del emprendimiento propio

Cuando Aylen Olmedo, de 18 años, tomó una aguja de crochet por primera vez, no imaginaba que estaba dando los primeros pasos hacia su propio emprendimiento. Quería hacer un regalo especial, pero los peluches tejidos a mano eran costosos. Entonces, con determinación y curiosidad, decidió intentarlo ella misma. “Al principio no fue fácil, pero con práctica logré mi primer amigurumi”, recuerda con una sonrisa.

Lo que empezó como un desafío personal se convirtió en un universo de hilos, colores y creatividad. “Seguí haciendo más y más hasta que se convirtió en lo que hoy es un mundo de amigurumis y productos tejidos a crochet”, cuenta con orgullo. Pero el camino no siempre fue sencillo. Con pocos recursos, invirtió en lo básico y pasó horas experimentando con diseños, texturas y puntos hasta perfeccionar su técnica.

Su marca, Aylu Amigurumis, lleva su esencia en cada detalle. El nombre fusiona su apodo, “Aylu”, con la palabra que da vida a su arte: “Amigurumis”, una técnica japonesa que consiste en tejer peluches a crochet. Con paciencia y dedicación, se especializó en estos tiernos muñecos, pero su creatividad no tiene límites. Hoy también crea llaveros, colgantes para autos y otros productos personalizados, cada uno tejido con amor.

Desde su hogar, impulsa su negocio a través de redes sociales y ferias de emprendedores, donde puede conectar directamente con sus clientes. “Las ferias han sido una gran oportunidad para mostrar mi trabajo en vivo”, comenta.

Pero no todo ha sido fácil. Hubo momentos de frustración, cuando algunas técnicas no salían como esperaba o sentía que avanzaba demasiado lento. Sin embargo, en cada error encontró un aprendizaje. El mayor desafío fue animarse a mostrar sus creaciones al público por primera vez. “Tenía miedo de que no gustaran, pero la respuesta fue positiva y me di cuenta de que el esfuerzo valía la pena”.

Hoy, su mensaje para quienes sueñan con emprender es claro: “El miedo es normal, pero no puede ser más fuerte que tus ganas de intentarlo”. Su historia demuestra que no es necesario empezar con todo perfecto; lo importante es dar el primer paso y aprender en el camino. “Si te apasiona lo que haces y eres constante, los resultados llegan. Cada emprendimiento tiene su propio ritmo, lo esencial es no rendirse”.

Así, hilo tras hilo, Aylen no solo teje amigurumis, sino que también hila sueños, perseverancia y pasión en cada puntada.