Facundo Leguiza y Topacio Andino Rojas, dos jóvenes emprendedores, han logrado construir una pastelería que se ha destacado rápidamente por la originalidad de sus productos y sus sabores innovadores. Su marca ha logrado ganarse un lugar en el competitivo mundo de los postres, con propuestas que incluyen desde clásicos reinventados hasta opciones navideñas que ya están captando la atención de sus clientes.
La historia de Ekchuah, como se llama la pastelería, comenzó con un sueño personal de Facundo. En ese entonces, Facundo, quien era novio de Topacio (y hoy es su esposo), tenía claro que su futuro estaba en la pastelería. Ambos compartían la pasión por la gastronomía, pero mientras Topacio se dedicaba a explorar otras áreas de la cocina, Facundo comenzó a experimentar con postres. “Desde que lo conocí, Facundo siempre me sorprendía con sus creaciones. Yo no era muy fan de los dulces, pero él insistía en que los probara, y para mi sorpresa, me gustaban mucho, ya que sus preparaciones eran muy diferentes a lo que yo conocía”, recuerda Topacio.
Aunque Topacio había tenido su propio emprendimiento de sándwiches gourmet, nunca imaginó que esas pequeñas pruebas de Facundo podrían transformarse en un negocio. Las degustaciones continuaron y la idea de comercializar los postres fue tomando forma. Sin embargo, Facundo se mostraba reticente. “Él decía que no había aprendido lo suficiente y que no era el momento adecuado”, comenta Topacio. A pesar de ello, ambos continuaron probando suerte con diferentes proyectos, mientras Facundo perfeccionaba sus habilidades en la pastelería.
El giro decisivo en su historia llegó cuando Facundo consiguió una pasantía en una prestigiosa pastelería llamada George Patissier, donde tuvo la oportunidad de aprender técnicas avanzadas de la mano de un renombrado pastelero. “Esa pasantía fue clave. Facundo pudo afianzar sus conocimientos y desarrollar una técnica que luego le permitió dar un paso más hacia su sueño”, explica Topacio.
Finalmente, tras varios meses de insistencia, Topacio convenció a Facundo de abrir su propio negocio. El sueño de Facundo de tener una chocolatería tomó forma en Ekchuah, un nombre inspirado en el dios maya del cacao, la guerra y protector de los mercaderes. “El nombre no era fácil de pronunciar, pero ambos sentimos que era el adecuado. Aunque no todos lo podían decir bien, nunca quisimos cambiarlo”, asegura Topacio.
Lo que comenzó como un pequeño emprendimiento, pronto dio frutos. En tan solo unos meses, comenzaron a vender hasta 200 budines por semana, una cifra que sorprendió a los mismos creadores. “Al principio, las ventas eran pequeñas. Vendíamos en la calle, luego en la cafetería de un amigo, y poco a poco fuimos ampliando a otros pequeños locales. Es importante destacar que el apoyo de nuestra familia y amigos fue fundamental en esos primeros días”, señala Topacio.
A pesar de las dificultades y los sacrificios, el esfuerzo comenzó a rendir frutos. Ekchuah pasó de ser una pequeña idea a una marca reconocida. Hoy en día, la pastelería no solo ofrece una variedad de productos de pastelería fina, sino también opciones especialmente diseñadas para las festividades, como su oferta de postres navideños.
“No fue un camino fácil, pero cada paso valió la pena. Lo que más valoramos es la cantidad de amigos que hemos hecho en este proceso y el apoyo constante de quienes creyeron en nosotros desde el principio”, concluye Topacio.