La pasión es una de las expresiones más intensas, ella se constituye en el alma de nuestro éxito. Cuando tienes una pasión eres capaz de arriesgar y dar todo de ti. Ana Arzamendia es una joven que combinando lo que ama, lleva alegría y esperanzas a través del baile.
Siendo muy pequeña, Ana Arzamendia ingresó a una academia de danza, donde con los años de prácticas descubrió que el baile era su pasión, luego de 8 años de sacrificio y lograr obtener su título, decidió aventurarse hacia la Licenciatura en Educación Física, además de estar siempre ligada a actividades de voluntariado.
«Durante años estudié danza, algo que pasó a gustarme mucho, pero luego de recibirme de bailarina profesional, pasé a la rama del deporte, que también me encantaba, estudié Licenciatura en Educación Física. A la par que me especializaba en lo que me gustaba, trabajé por varios años en una Financiera», comienza su relato.
Como muchos, antes de alcanzar su sueño, Ana Arzamendia a diario cumplía horario de oficina con un sueldo fijo y en su tiempo libre se dedicaba a lo que amaba. De pronto la joven se vio con el desafío de ser madre y profesional, que al cabo de meses desembocó en su renuncia laboral.
» Era toda una odisea sobrellevar mi rol de mamá y profesional, mi horario de trabajo era muy extenso y no tenía más tiempo para el cuidado de mi pequeña de tan solo meses, hasta que un día decidí renunciar para estar cerca de mi bebé», afirma.
Con la idea de cesar solo por un tiempo su actividad laboral, Ana Arzamendia dedicó todo su tiempo al cuidado de su hija y hogar, no obstante, a la hora de querer retomar su ritmo laboral, no fue posible, pues pasaron 8 meses y la joven seguía sin conseguir trabajo alguno.
» Los meses pasaban y yo seguía sin trabajar, inclusive tuve una etapa de depresión por ello, hasta que un día me propuse a combinar mis pasiones, el baile y deporte, y fue así que comencé a impartir clases de aerobahia y step en un tinglado que estaba cerca de mi casa», expresa entre risas.
Esta vez, con un nuevo y ambicioso proyecto en mente, Ana se lanzó a un salón con 4 alumnas para dar inicio a su sueño . Luego de un buen tiempo,la joven instructora fue ampliando sus actividades para hospitales, centros educativos y hogares de ancianos.
» Más allá del ingreso que me dejaba , yo veía que a través del baile lograba dar alegría y esperanzas a niños, jóvenes y adultos, y desde entonces recorro lugares donde falte esos ingredientes», resalta.
Hoy en día, Ana Arzamendia cuenta con su exclusivo salón en la ciudad de Itauguá donde el ejercicio diario convierte en una fiesta a través de sus clases de zumba. Asimismo sigue llevando su ritmo contagioso a hospitales y centros educativos.
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