“Tu cuentas yo edito”. Así se llama el proyecto emprendido por Julliana Barreto, una profesional de las ciencias sociales y de las letras que lleva impregnado en su ADN la pasión por educar a niños y jóvenes de nuestro país, con el objetivo de fomentar la cultura y descubrir nuevos talentos.
“Cuando la mente se proyecta, el alma se encarga de hacer”. Esta es la filosofía que define a la escritora y periodista Julliana Barreto quien, en el 2018, motivada por su deseo de impulsar la cultura y la producción literaria en Paraguay, habilitó un taller de cuentos para niños y jóvenes de 7 a 15 años, con el propósito de despertar en ellos la creatividad y el gusto por la elaboración de textos.
Nuestra protagonista, que también se dedica a la docencia, revela que al principio comenzó con solo seis alumnas, pero con el paso de los meses fue sumando a nuevas personas interesadas en aprender sobre las técnicas de redacción que ella impartía en su centro de estudios. También indicó que en el marco del proyecto “Tu cuentas yo edito”, editó y lanzó un libro, en el Club House del Paraná Country Club de la ciudad de Hernandarias, con los trabajos de sus estudiantes, en el mes de noviembre de ese mismo año.
Hoy, con la experiencia satisfactoria de su primera edición, la profesional prepara la segunda
convocatoria del curso-taller y, además, apunta a incorporar una nueva propuesta; esta vez enfocada a
niños de 3 a 6 años no alfabetizados o en proceso de alfabetización. “Me llena de orgullo y de satisfacción poder fomentar la cultura y descubrir nuevos talentos”, aseveró.
Para llevar a cabo esta misión, Julliana dispone de un espacio equipado con todo lo necesario para que
un estudiante pueda aprender confortablemente. En su casa, ubicada en las instalaciones del Paraná Country Club, imparte clases de inglés, realiza talleres de cuentos, de elaboración de resúmenes y comprensión lectora, además de cursos para aprender a escribir versos.
“Lo que tengo con la cultura va mucho más allá de lo económico. Para mí es un placer y una satisfacción ver que esos chicos se dedican a lo que me gusta y, que finalmente, es una pasión compartida. Aunque lo que más me pone contenta son los resultados positivos que se logran a diario”, asegura. Entre risas recuerda lo que muchas personas le vaticinaban cuando decidió dedicarse a la enseñanza. “Muchos me decían que promover la cultura no era algo que en el país se valorara, que no encontraría apoyo y que si me dedicaba a eso me iba a morir de hambre”, refirió.
Pese a estos augurios, poco alentadores, hoy Juliana cree que ha cumplido con su deber de sumar nuevos aprendizajes en la vida de estos pequeños. Ella cree que el éxito obtenido hasta este momento
se cimienta en tres pilares: buena planificación, metas claras y coraje de llevarlas a cabo, pese a que se presenten problemas en el camino.
“La vida está cargada de aprendizajes. Uno aprende con un libro, en un taller, en un curso, con experiencias ajenas, con un niño o una persona mayor. Pero de nada sirve dejar ese aprendizaje sin actuación. Esto es lo que hago con los niños y jóvenes escritores que se forman en el centro de estudios”, puntualizó.